USA arrasa en la final femenina

La gimnasia de Estados Unidos ha vuelto a ser, una vez más, la gran protagonista de una final individual femenina. Simone Biles y Kyla Ross se han adjudicado el oro y la plata de los Mundiales de gimnasia artística 2013 en una final en la que ellas dos se han mostrado muy superiores al resto y en la que sólo una clásica por excelencia como Aliya Mustafina (Rusia), bronce, ha podido hacerles algo de sombra, pero de lejos.

La nueva campeona mundial, Simone Biles. Foto: web oficial de los Campeonatos del Mundo Amberes 2013En la lucha «fratricida», el título mundial ha sido para Biles (60,216), que se ha impuesto a su compatriota (59,332) en lo que ha sido un combate de estilos. La campeona responde al prototipo de gimnasta con «ADN USA» que viene triunfando en los grandes campeonatos desde que empezó el siglo XXI: deportista de complexión robusta en la que la potencia —muy bien controlada en este caso— prevalece claramente sobre la elegancia.

La factoría norteamericana viene siendo, especialmente desde 2004 hasta hoy, un vivero de campeonas mundiales y olímpicas que responden todas ellas a este mismo corte (a excepción de Nastia Liukin): Carly Patterson, Chellsie Memmel, Shawn Johnson, Bridget Sloan, Jordyn Wieber, e incluso la campeona olímpica de Londres, Gabby Douglas. A todas ellas les ha tomado el relevo ahora esta gimnasta de ébano que ha vencido a la mayor elegancia —pero también menor dificultad, cosas del código— de Ross.

Lucha desde el primer aparato

Ambas se han destacado desde la primera rotación aprovechando su mayor disponibilidad a realizar eficazmente saltos complicados. Solamente tras las asimétricas se vieron algo amenazadas, merced a la mayor habilidad de Mustafina y la china Jinnan Yao para moverse por esos terrenos. Pero la barra de equilibrios, una vez más, hizo su particular selección «descartando» a Yao y a Larissa Iordache (Rumanía) por sendas caídas; mientras que un serio desequilibrio hizo perder a Mustafina las no muchas opciones de victoria que tenía.

Ross, menos cadenciosa pero bastante más elegante en general, hizo valer su mayor habilidad sobre los diez centímetros de la barra para remontar la décima que le llevaba Biles, adelantando a su compañera en la clasificación… pero tan sólo por 16 milésimas; insuficientes a todas luces porque en suelo, en la rotación definitiva, Biles arrasó con su coreografía plena de fuerza y elementos acrobáticos para terminar ganando casi por un punto a Ross, por casi punto y medio a Mustafina y por dos puntos y medio a Iordache, cuarta, y Yao, quinta.

Guste más o menos el estilo de Biles, una victoria más que merecida por ser, como la mayoría de sus compatriotas antes mencionadas, la que más y mejor partido ha sabido sacarle a los pormenores del sistema de puntuación que viene imperando en la gimnasia artística desde 2006.

Roxana Popa, duodécima con buenas sensaciones

Y por lo que a España se refiere, Roxana Popa terminó en una más que notable 12ª posición, pudiendo incluso aparecer en televisión —en los canales extranjeros, claro, que para eso nuestra «querida» RTVE se ha «cargado» la gimnasia de su programación— tanto en asimétricas como en salto, justo sus aparatos de debut y despedida respectivamente.

Roxana tuvo una muy buena actuación en ambos (13,533 en asimétricas y 14,800 en salto) y también superó los 14 puntos (14,100) en suelo; pero un 12,933 en barra —ejercicio en el que, pese a no poder verse, no hay constancia alguna de que tuviera fallos de consideración— le privó de acabar entre las diez primeras en su primer campeonato del mundo. Un excelente resultado que, a sus 16 años, debería servirle de impulso para seguir trabajando con ilusión de cara a los próximos años y con la mente puesta en Río 2016.

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