Después del importante momento para gimnastas.net que ha supuesto la clasificación hoy mismo para los Campeonatos Nacionales de nuestra querida administradora y amiga Calítoe.:. —a quien felicito con muchísimo gusto, no faltaría más—, nos tomamos un paréntesis en las noticias de actualidad para hablar un poquito más de historia gimnástica, en este caso historia bastante reciente ya.
Los Juegos de Sídney 2000 fueron una de esas competiciones en las que uno intuye que van a pasar cosas muy emocionantes, como así sucedió para la gimnasia española. Por primera vez ambos equipos, el masculino y el femenino, habían conseguido su clasificación para la cita olímpica en los mundiales disputados el año anterior en la ciudad china de Tianjin, obteniendo además unos excelentes resultados entre los que destacaron el oro de Jesús Carballo en barra -el segundo de su carrera-, la plata de Gervasio Deferr en suelo por detrás de Nemov, y los sextos puestos del propio Carballo en anillas y de Omar Cortés en barra. Las chicas fueron séptimas por equipos en esos Mundiales y Laura Martínez, octava tanto en salto como en barra de equilibrios. Unos meses más tarde, ya en 2000, Gervasio Deferr repitiría 2º puesto en suelo en el Campeonato de Europade París, donde Esther Moya ganó el bronce en salto y fue cuarta en el concurso general, entre otros resultados. En resumen, se acudía a la ciudad australiana con expectativas.
Primer oro de la historia
Esta vez comenzaremos por los chicos. El equipo masculino sufrió en apenas dos semanas dos duros golpes que mermaron muy seriamente sus aspiraciones: la baja confirmada de Jesús Carballo a principios de septiembre por problemas en su rodilla y, el primer día de competición, el incomprensible error en suelo de un Gervasio Deferr que iba excesivamente confiado y que se quedó fuera de la final. Además, el equipo formado por Álex Barrenechea, Víctor Cano, Saúl Cofiño, Omar Cortés, Gervasio Deferr y Andreu Vivó quedó 11º y penúltimo en la calificación, lo que sin duda afectó muy seriamente a la moral de nuestros gimnastas. Por suerte «Gervi» sí que se logró clasificar para el que era su segundo aparato, el salto, disponiendo de una semana para prepararlo a conciencia. También se clasificaron, en este caso para el concurso individual, Omar Cortés, Víctor Cano y Álex Barrenechea, que no tuvieron una destacada actuación en una final que ganó, por fin, Alexei Nemov por delante de Yang Wei y el posteriormente fallecido Oleksandr Beresh.
Poco después llegó el «día D», una de esas jornadas históricas para la gimnasia española que nunca jamás se deben olvidar: el segundo día de las finales por aparatos en el que teníamos a Gervasio Deferr en salto y a Esther Moya —ya lo adelanto para quien no lo supiera— en suelo; pero de lo que ocurrió sobre el 12×12 del «Superdome» australiano hablaremos después.
Vamos con el salto en el último gran campeonato en el que se usó el potro tradicional. Gervi salió el cuarto; tenía un salto de nota de partida 10 y otro de 9,80, con lo que si quería hacer algo destacado debía clavar los dos. El primero de ellos, el «Scherbo» —yurchenko con medio giro antes de contactar con el caballo y pirueta y media en el segundo vuelo—, le salió bordado. Le dieron un 9,80 y la moral se le puso por las nubes. El segundo, una inversión adelante también con pirueta y media en el segundo vuelo, también lo bordó: 9,625, 9,712 en el total, y a esperar, a ver qué hacían los rivales.
Y todos menos el polaco Leszek Blanik, siguiente en salir, se dieron de bruces con un mismo salto: el «Roche» —paloma con doble mortal adelante en el segundo vuelo—, incapaces de estacionarlo correctamente. Pero Blanik había fallado el primer salto, así que el perfecto estacionamiento que hizo del doble mortal adelante solamente le sirvió para ganar el bronce.
Gervasio Deferr acababa de hacer historia al ser el primer campeón olímpico de la gimnasia artística española. Algo con lo que se podía contar, es cierto, pero no en este aparato. En Sídney comenzó el especial idilio de Gervi con el salto en los Juegos, algo que ratificaría cuatro años más tarde. La plata fue para el ruso Alexei Bondarenko, y el bronce, para Blanik.
Las chicas, de diez
El equipo femenino, por su parte, nos hizo disfrutar a todos exactamente como pensábamos. La actuación de nuestras chicas fue de matrícula de honor, y solamente la mala suerte y el caciquismo de algunas jueces las privaron de haber conseguido una medalla. Las seis componentes eran Esther Moya, Laura Martínez, Sara Moro, Marta Cusidó, Susana García y Paloma Moro; una de las mejores generaciones de siempre —a las que muy pronto se les uniría Elena Gómez— que, sin embargo, se vio muy perjudicada en los años posteriores por las lesiones.
En la ronda de calificación les tocó actuar en la última subdivisión, con el público local presionando a las jueces porque el equipo que en ese momento estaba en sexto lugar —último de los que daban el pase a la final— era Australia. Pero nuestras chicas se olvidaron de todo ello y, tras una magnífica última rotación, se clasificaron con la 5ª mejor puntuación del día. Además, Esther Moya, Laura Martínez y Sara Moro pasaron a la final del concurso general, mientras que de las finales por aparatos Esther se metió en salto —con la mejor nota de las finalistas— y suelo. Laura Martínez también se clasificó para la final de salto. Las españolas repitieron el 5º puesto en la final, superando a las ucranianas. El oro fue para Rumanía, la plata para Rusia —que se vio alejada del primer puesto tras una desastrosa rotación en barra—, el bronce para China y el 4º puesto para Estados Unidos.
Final individual: el caos absoluto
La final del concurso general se recordará probablemente como la más absurda y surrealista de la historia. Todas las grandes favoritas fallaron, menos las rumanas. Una tras otra fueron cayendo: Khorkina, Roschupkina, Zamolodchikova, Karpenko… lo que le fue dejando el camino en bandeja a las rumanas para que hicieran un triplete histórico. Como histórico también fue el fallo de los organizadores al colocar el potro unos cuantos centímetros por debajo de la altura reglamentaria, cosa que no advirtieron hasta bien entrada la competición, con lo que se dio la curiosa circunstancia de que mientras que las rumanas —Andrea Raducan, Simona Amanar y Maria Olaru, por ese orden— estaban celebrando su éxito, algunas gimnastas estaban saltando de nuevo, ya que se les dio la oportunidad de hacerlo al verse afectadas por el error en la colocación del caballo. Pero no todo acabó ahí. Un polémico positivo por un medicamento de Raducan privó a la joven gimnasta rumana del oro pocos días después, aunque solamente a efectos oficiales y legales, porque todos la seguimos considerando como campeona olímpica.
Las españolas no tuvieron una actuación demasiado sobresaliente, aunque tampoco desentonaron del todo. Esther —contando la descalificación de Raducan— quedó novena, viéndose perjudicada por una caída en la barra; Laura, 12ª; y Sara, 21ª. Las emociones fuertes de verdad comenzarían dos días después.
Rozando la medalla
Empezamos con la final de salto, en la que Esther, como hemos comentado, había conseguido la mejor nota de las finalistas. Con el primer salto —el «Moya-Raducan», que «comparte» con la gimnasta rumana, de nota de partida 10—, se colocó en primera posición; pero en el segundo, una paloma con mortal extendido y media pirueta, realizó un estacionamiento muy irregular, lo que la terminó dejando en la cuarta plaza. Laura Martínez, por su parte, saliendo la última, cumplió con sus dos saltos, de menor dificultad que los de sus rivales, y acabó en la 5ª plaza.
El oro fue para la rusa Elena Zamolodchikova, la plata para Raducan, y el bronce para la compatriota de «Zamo», Katia Lobazniouk.
El «robo» del siglo para España
La primera oportunidad de medalla, la más clara, se había escapado; pero todavía quedaba, al día siguiente, el suelo, final a la que Esther acudía sin presión. Hacía un par de horas que «Gervi» había vencido en salto, y todos pensábamos que por qué esa buena racha de premios para la gimnasia española no iba a continuar. Pero no fue así, y no por culpa de Esther, sino «gracias» a unas jueces que, en primer lugar, malpuntuaron —9,700- el brillante ejercicio de la española —a ritmo del «Mambo Number Five»— ante la pitada unánime de los espectadores del Superdome; y, posteriormente, perdonaron de manera descarada a Simona Amanar después de que ésta sacara un pie fuera en la última diagonal de su ejercicio. El ejercicio de la rumana estaba siendo brillante, pero al final dio un paso atrás y se salió del tapiz, descontándole las jueces únicamente la décima por haberse salido, y no otra más por el paso extra.
El 9,712 de Amanar dejaba a Esther en la tercera posición —en cabeza estaba Khorkina, quien había conseguido 9,812 con otra de sus elegantes y típicas coreografías—, pero con una verdadera «bomba» por salir, la señorita Zamolodchikova. En el subconsciente de todos estaba el hecho de que el suelo era precisamente el aparato que le había hecho perder todas sus opciones en la final individual, así que por qué no iba a quedar por detrás de Esther, pero no fue así. «Zamo» simplemente se salió, estuvo soberbia y con una ejecución extraordinaria llegó hasta el oro con un 9,850.
Para Esther, de nuevo la cuarta plaza, lugar que, al contrario que en salto, la dejó muy satisfecha: «Hoy sí que no me lo esperaba. Me había metido en esta final pero no tenía ninguna expectativa, y al haber quedado cuarta me voy muy contenta y sorprendida«. Sobre la cacicada de las jueces, Esther se quedaba con el reconocimiento del público: «Son cosas como que las jueces favorecen a las grandes potencias antes que a España. La gente se ha volcado, me han animado muchísimo y, después del ejercicio, han sabido valorarlo y abuchear la nota que me han dado«.
Final agridulce, pues, para unos Juegos que inauguraban el último período de gloria de la gimnasia española. Y todavía quedaba lo mejor.
Fuentes: elaboración propia, YouTube y la página de gimnasia de Soledad Fernández.
Gran narración del momento que vivimos, gracias. Y gracias por compartir la pasión de la gimnasia con nosotros.
Un saludo
[…] Tuvo que ser Gervasio Deferr, en los Juegos de Sydney 2000 (para los que en su momento escribí un artículo recordatorio en Gimnastas.net), quien hiciera añicos ese “tabú” que perseguía a nuestro […]
Gracias a ti también, Sandra, jejeje.
Ojalá… yo de momento lo sigo viendo difícil, pero creo que poco a poco vamos saliendo.
Victor eres un AS de la información, espero que pronto haya un equipo nacional que logre grandes logros como estos o mejores. Yo tengo esperanzas en las venideras generaciones de gimnastas. Quien sabe alomejor en la próximos mundiales o olimpiadas.
Un saludo
:dance: ¡¡enhorabuena CALITOE!!! por el pase al Nacional, ¡¡mucha suerte!!
Gracias, chicos. Yo solamente intento contar las cosas lo mejor que puedo 😀
Pablo, ojalá alguien lea tu comentario y me contrate, jejeje.
Tío yo así me reengancho a la gim en la tele eh?
Para quitarse el sombrero victor 😉
Te queremos como reportero en algun periódico!! 😀
Me ha gustado mucho el artículo. Felicidades.